En 1918, Masataka Taketsuru, nacido en Takehara, se embarcó solo en un largo viaje a Escocia para conocer los secretos de la producción de whisky. A pesar de que su familia era propietaria de una fábrica de sake desde 1733, fue el whisky escocés el que siempre lo cautivó.

Así, después de unos años para profundizar en sus conocimientos del whisky escocés, regresa a Japón y en 1934, construye lo que se convertiría en la primera destilería en Yoichi, un lugar que consideraba ideal para la producción de whisky debido a varios aspectos que se asemejaban a la ciudad de Glasgow.

En las décadas siguientes, su empresa estudió y desarrolló el primer whisky japonés, siempre con la premisa de la calidad del destilado. Así nació Nikka, un whisky japonés, aclamado en todo el mundo por su calidad, armonía y complejidad.